ABEL Y GALOIS
“Los dos matemáticos más jóvenes de la historia”
naturalmente, de todos los que se dedican a la Matemática; pero desconocidos, en general, de los no
matemáticos, por la sencilla razón de que las creaciones, que tal es el nombre adecuado a sus partos
sublimes, caen en el campo del Análisis, disciplina al margen de los estudios básicos de la cultura
media.
Las vidas de estos dos matemáticos son vidas poco extensas y muy intensas, que vale la pena
divulgar; vidas ligeramente asincrónicas, pero de tal paralelismo que están pidiendo la pluma de un
nuevo Plutarco que sepa, además, calar hondo en los recovecos psicológicos de la personalidad
humana. Son dos vidas pequeñitas: de veinte (Galois) años la una, de veintiséis (Abel ) la otra;
pero la una produce una teoría de grupos que invade hoy todas las ramas de la Matemática y
empieza a invadir la Física; la otra produce un teorema que "abre un nuevo” capítulo en la historia
del Álgebra, y las dos están llenas de episodios que, como los de la, vida de Nuestro Señor Don
ambos en plena juventud.
Los segmentos que gráficamente, representan sus vidas tienen un trozo superpuesto que dura
dieciocho años: desde 1811, fecha del nacimiento de Galois, hasta 1829, fecha de la muerte de Abel,
trozo que constituye, al propio tiempo, uno de los períodos más densos de la historia de Europa:
período de revoluciones políticas, de luchas filosóficas, de mejoramientos económicos, de
adelantos científicos y de ansias de libertad en la plena eclosión romántica del primer tercio del
siglo XIX.
En ente ambiente nació, vivió y murió Galois y este ambiente respiró también Abel durante sus
viajes por el centro de Europa, cuando hasta los fríos fiordos de su Noruega natal aún no habían
llegado las chispas encendidas del romanticismo: esa brillante rosa pomposa cultivada en los
jardines amables de Francia patria de Galois como reacción contra el falso idealismo de la época
inmediatamente anterior.
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